ENTREVISTA
Melba Alfaro

 

Vasto Universo de un Andante Literario

      Apenas las dos de la tarde y me impaciento. Aunque puntual el escritor que nació en Tizimín en 1946 y vivió en Mérida en el suburbio de Santiago no ha llegado, y es que está en la recepción de la prueba final de su libro más reciente: El Faro Inclinado (Cuentos y relatos de Celestún). Reyes Pérez Rejón llega de prisa, con sus pasos firmes ya conocidos en las excursiones a las charcas salineras. Después de la alegría, con el ejemplar en la mano iniciamos la charla.


MA.- Se te reconoce como un viajero incesante: Inglaterra, Francia, España, Italia, Suiza, Mónaco, Colombia, Guatemala y casi toda la República Mexicana ¿de donde nace esa necesidad?


RP.- De la inaudita hambre de conocimiento de otras ciudades, de otros países, de otras idiosincrasias, de otras gentes.

MA.- De Mérida a Celestún. ¿Cómo llegar a la decisión de cambiar el lugar donde se habita?

RP.- Desde muy joven aprendí que cuando el problema es de muy difícil solución, si el mundo se desploma y sientes que te aplasta, es conveniente buscar otras latitudes donde iniciar una nueva empresa. En mi caso ésta búsqueda inicia con la llegada del primer fracaso emotivo, donde resultó mejor encontrar nuevos horizontes que reestructurar sentimientos ya despedazados. Por consiguiente, cuando mi pequeña empresa quiebra, tomo la opción de un inicio en Celestún donde el estímulo constante, sin lugar a dudas por casi veinte años, han sido mi playa, mi monte, mi flora y mi fauna, pero sobre todo la increíble libertad que disfruto en el lugar.

M.- ¿Asististe a algún taller literario?

RP.- Sí, un tiempo al de la Universidad Autónoma de Yucatán. Asistí con un libro publicado a costa de mis ahorros y al puro valor mexicano; fue aquel el tiempo de mis inicios. El maestro Bestard fue condescendiente conmigo, hasta cierto punto pienso que por mi inmadurez literaria. No lo fue así un compañero con mucha experiencia que con total petulancia destruyó uno de mis textos, y hubiera destruido mis aspiraciones literarias si no hubiera recordado las palabras de una amiga: debes tener la suficiente humildad para soportar las críticas. Así fue en realidad, me escudé en la humildad porque realmente quería ser escritor. Desgraciadamente a los pocos días terminó el ciclo del taller.
Luego estuve en el Taller Independiente de Eduardo Ancona, fue otra cosa, porque la atmósfera era de comprensión y orientación literaria. Por ese conducto fue publicado mi primer cuento en el suplemento del Por Esto! Desgraciadamente la inesperada muerte de Eduardo cayó como mazo. Así llegué al Taller de la Casa de la Cultura conducido por el poeta José Antonio Castellanos. Para entonces, ya defendía mis textos de las agresiones, no de los comentarios o sugerencias. La mayoría de los talleristas teníamos el mismo nivel de conocimientos. En ese lugar conocí a uno de los poetas más incomprendidos que es gran amigo mío: León de Almeida

M.- ¿Algún fruto de tu paso por los talleres?

RP.- Un bien preciado, el libro el Mundo de Ángel, con el que obtuve un apoyo del
PACMYC.

M.- ¿Y luego, qué vino?

RP.- Una buena amistad contigo y con los integrantes del taller literario del Centro Yucateco de Escritores; fue cuando tuve que poner a prueba mi humildad fortalecida porque sentía que me había colado al recinto de los escritores de amplia trayectoria y reconocimiento. Y he de confesar que a la primera oportunidad jalé a León de Almeida.

M.- ¿Dados tus pasos en los talleres literarios qué le dirías a quien pretende formar uno?

RP.- Que considere la conveniencia de formar el taller con dos niveles, uno para principiantes y otro para avanzados, de esa manera no se destruirían nacientes vocaciones literarias.

M.- Tú en Celestún ¿y los talleres?

RP: Me sigo considerando miembro del Taller del Centro Yucateco de Escritores, aunque no asista debido a mi cambio de residencia a la comunidad de Celestún. Extraño sobremanera los debates y siento profundo agradecimiento por el Taller, por lo que aprendí y porque cuando he necesitado apoyo y asesoría me las ha brindado. En el Taller del centro Yucateco de Escritores conocí a grandes escritores como Manuel Calero, Roger Metri y Jorge Lara.

M.- ¿Haz intentado formar un taller literario en Celestún?

RP.- Claro que sí lo intenté, y traté de interesar a la juventud, pero una respuesta aplastó mis inquietudes: -Ay, si enseñaras a bailar jazz, sí tomaría las clases.

MA.- Cuántos libros te han publicado?

RP.- Son cuatro mis títulos publicados: Un andante solitario, El mundo de Ángel, Gilberto en el Paraíso y el Faro Inclinado, también aparecen mis cuentos en el libro colectivo “Cuento y Poesía Mérida ´98”

MA.- ¿Te encargaste de cada edición de tus libros que obtuvieron la beca del PACMYC?

RP.- Personalmente me encargué de la edición de los tres libros ganadores en el programa PACMYC.

MA.- ¿Cómo fue esa tarea para el escritor?

RP.- En los dos primeros títulos esta tarea fue relativamente fácil porque vivía en la ciudad de Mérida, no así viviendo en Celestún donde se multiplicaron los problemas económicos por la gran cantidad de veces que tuve que trasladarme a Mérida, lo cual de ninguna manera contemplé al meter el proyecto a la convocatoria.MA.- ¿Qué libro te ha dado más satisfacciones?

RP.- Cada uno de los libros llena de satisfacción, sin embargo, Gilberto en el Paraíso, me permitió participar en dos videos internacionales, uno editado por el IPN (especial de Celestún) que fue proyectado por cable visión y otros canales, y otro editado en Guatemala.

MA.- ¿Te consideras un cronista voluntario?

RP.- No, mi inicio fue accidental. Mi primer escrito fue la crónica “Un andante solitario”, y muchos textos tienen relación estrecha con esa línea que fue la puerta hacia mi oficio de escritor, pero me parece que no soy un cronista voluntario.

MA.- ¿Y tu escritura cómo la nutres?

RP.- Con la constante lectura de libros procedentes de la biblioteca de la comunidad, pero más que nada, con el conocimiento de la lucha diaria, con la convivencia con los pescadores, el estímulo de mis despertares llenos de cantos de aves, el observar el vuelo de gaviotas, garzas y alcatraces desde mi ventana.

MA.- Habla un poco de tu método de trabajo en el quehacer literario.

RP.- Siendo como es Celestún y sus moradores, me resulta una fuente inagotable de ideas que activan mi imaginación y que apunto en una libreta de la cual nunca me separo; posteriormente ideas y estímulos se convierten en cuentos o narraciones. Constantemente las ideas en mi mente están en conflicto por conseguir ser las primeras escritas. Cuando se vuelven palabras escritas, progresivamente les voy dando tiempo y forma.

MA.- ¿Qué sueñas aparte de la playa?

RP.- El día que el ser humano tenga respeto a la naturaleza pues viviremos en un mundo mejor, y espero paciente, que en cualquier momento, se reactive el mecanismo de mis viajes.

MA.- ¿Contento con lo que has logrado?

RP.- Sí, estoy muy contento, todavía no lo asimilo. En más de una ocasión leo mis libros publicados y me emociono como si nunca antes los hubiera leído.

MA.- ¿Tu meta próxima?

RP.- No tengo una sino muchas. En este oficio es imposible una meta porque cada paso que doy siento necesidad de otros más.
Ahora hablamos de los amigos, de lecturas que llenaron de asombro, de nuestro próximo encuentro para las presentaciones de su libro y llegamos al acuerdo de las vacaciones frente al mar. Me quedo con el olor marino, con el sabor de noches donde brillan las olas, pues Reyes Pérez es el escritor que desde Celestún nos habla del mar y su gente.

 

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